Las causas son difíciles de determinar con exactitud. En la regresión de esta raza autóctona han podido influir factores como el cambio en la forma
de vida de la sociedad, la industrialización y desplazamiento masivo de la población rural hacia las ciudades, la transformación de pastos en tierras para cultivos (como por ejemplo la patata de siembra) y el abandono de explotaciones al no contar con dimensiones óptimas y rentables, etc.

Actualmente podemos considerar que la vaca pirenaica se ha recuperado, estabilizándose su número, que hoy día se sitúa en torno a las 20.000 cabezas.

Las explotaciones eran normalmente de tipo familiar, con un tamaño medio en torno a los diez animales, aunque la tendencia actual lleva a que sean mayores superando ya las veinte vacas; incluso las cien en algunos casos.

Las vacas pirenaicas aprovechan durante el verano los pastos de montaña, normalmente de propiedad comunal.